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OCCUPY THE AULA

En este taller, a partir del manifiesto "Occupy the Aula" nos disponemos a la ocupación a través de la personalización de nuestros espacios de trabajo. El aprendizaje desde el conocimiento compartido será un elemento imperativo en la construcción del Master en Arqutiectura, y por ello, las relaciones han de ser fluidas con el fin de dar provecho al caldo de cultivo en el que nacerán los proyectos.

El conocimiento ya existe, y se da en la forma de presencias frágiles. Se le atribuye al máster la posibilidad de que en él se haga presente un conocimiento perfeccionado respecto al aportado por un grado. Este plus, esta diferencialidad, se ha entendido habitualmente como una cuestión cuantitativa -profundizar aún más en algún aspecto del conocimiento-, pero también puede abordarse como una transformación de tipo cualitativo, vinculada a las transformaciones sucedidas en cualquiera de los ámbitos de la cultura contemporánea. Se trataría en este caso de entender que si el grado consiste en estabilizar siquiera por un instante un conocimiento mediante el blindaje que aporta un espacio institucional, el compromiso del máster puede residir en localizar un conocimiento que de hecho ya se esté dando en una exterioridad siempre más heterogénea. Sabiendo además que este conocimiento se presencia hibridado en la forma de presencias frágiles, por lo que esta localización nunca será completa ni de nitiva. 

El aprendizaje sólo lo es si el conocimiento es compartido. Localizar estos focos de producción de conocimiento en nuestro entorno próximo, su desplazamiento a las aulas y nuestros desplazamiento a sus entornos físico, produce unas decantaciones que nos permitirá a todos aprender a partir de la compleja experiencia del compartir. Se tratará por tanto de un conocimiento que no se ofrece desde una ortodoxia siempre violenta, sino desde la generosidad de una experiencia compartida. En este uir, los que saben y los que son sabidos intercambian sus papeles con el objetivo de abrir líneas de fuga que permitan cuestionar de manera afectuosa sus respectivas hegemonías. Las lógicas de la abundancia y el pensamiento ecosistémico demandan dispositivos afectivos que nos expliquen desde nuestra condición de posibilidad entrelazada. 

La infinita demanda ética. En su calidad de institución pública, la Universidad se ve abocada a redescribir su destino a partir de los hallazgos que suceden en el interior de sus prácticas. Es por ello que nuestras prácticas deben ser descritas como un conjunto de disidencias performativas impulsadas por una demanda ética que se percibe como in nita. El tipo de conocimiento que nos interesa y que buscamos, encarna múltiples disidencias creativas que operan a partir de la redescripción a rmativa de un presente siempre radical. Estamos hablando de entender el aula en su dimensión laboratorial, legitimada por la necesidad de constituirse en un sistema emergente capaz de informar la realidad a partir de prácticas más justas y solidarias. Hacer presente estas emergencias en nuestras aulas es un acto de justicia del que depende una parte importante de nuestro futuro. 

La presencia enorme de la arquitectura. La primera quizás de las disidencias que nos interesan es la que opera respecto de la propia disciplina. Las experiencias que buscamos inciden en una representación del espacio diferencial, y abren la posibilidad a alternativas de difícil localización en las prácticas convencionales. En este tipo de prácticas, lo arquitectónico casi nunca es nombrado ni estabilizado mediante rituales acríticos, sino que permanentemente se encarna sobre otros artefactos políticos. Esta presencia mínima se nos aparece, por contra, como unas presencia enorme, puesto que su capacidad transformadora no proviene de una metodología de acción normalizada, sino por un atravesamiento indisciplinado de múltiples capas, cuya especial trayectoria se puede describir, precisamente, por su condición arquitectónica. 

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